Nació en la llanura de Chaco, pero está radicado en Buenos Aires. El jueves, cuando lo llevaron a un paseo por Tafí del Valle, Daniel Freidemberg quedó deslumbrado con el paisaje montañoso. Después se introdujo de lleno en un taller de producción literaria que dictó en Tucumán. Dice que hay un problema: las producciones literarias de Buenos Aires se leen en todo el país, pero de lo que se produce en el interior es muy poco lo que llega a Buenos Aires. “Ahora hay algo más gracias las redes sociales o a internet, pero en general no llega; tengo conocimientos muy parciales. Hay algunos poetas que valoro mucho, como el caso de Inés Aráoz, por ejemplo”, apuntó.
- ¿Es más difícil publicar?
- Hace 25 años, las editoriales grandes solamente publicaban a los poetas muy consagrados; hoy en día ni siquiera eso, no publican nada de poesía. Toda la producción de poesía va por editoriales medianas y chicas, que sí publican mucho y no sólo en Buenos Aires, porque al mismo tiempo se ha vuelto más barato y lo hacen bien, pero son ediciones de pocos ejemplares y el gran problema que tienen es la distribución.
- ¿Qué recomienda a quien quiere dedicarse a la poesía?
- La primera cosa fundamental es que lea mucho y que se dé tiempo para leer, porque la poesía lo que más necesita es que uno esté con cierta tranquilidad, disposición y apertura como para leer y contactarse con lo que está escrito y es justamente lo más difícil en la vida que llevamos todos.
- ¿La poesía tiene que estar comprometida con la realidad?
- La poesía tiene una gran obligación con la sociedad, pero esa obligación es que exista la poesía; a mí me interesa mucho todo lo que le ocurre a la sociedad y me siento como interpelado y comprometido con todo lo que está pasando ahora en el país, por ejemplo, pero no creo que sea obligatorio que eso tenga que estar en lo que escribo. Al mismo tiempo me parece que la existencia de la poesía introduce más calidad en la vida de las personas; una vida más enriquecida. A uno se le despiertan los sentidos, la inteligencia, las emociones y eso es un valor social también.
- ¿Cómo define su vínculo con Juan Gelman?
- A Gelman no le gustaba hablar de poesía, era muy reticente, pero lo hice hablar de poesía. Creo que fue en 1992, cuando le hice una entrevista para Clarín. Tenía una sabiduría... Me dijo: “la poesía es la palabra que dice lo que dice y además dice lo que calla”.